La ciudad de Roma se prepara para recibir a millones de personas y mandatarios de todo el mundo, mientras convive con las multitudes de turistas y devotos que se acercan para ver por última vez al Papa Francisco antes de su funeral el sábado. La ciudad se ha blindado ante la inminente llegada de tantas personas, pero al mismo tiempo se respira un ambiente de emoción y fervor en las calles.
El fallecimiento del Papa Francisco ha conmocionado a la ciudad de Roma, que ha suspendido sus actividades habituales para dar paso a un ambiente de luto y recogimiento. Incluso el día festivo de «pasquetta» ha sido cancelado en honor al Papa. La ciudad, que siempre ha sido un símbolo de eternidad, se ha visto inundada por una avalancha de periodistas, devotos, políticos y fervientes que llegan de todas partes del mundo para rendir homenaje al Papa.
La monumentalidad de Roma se hace evidente en sus impresionantes estampas, pero también se puede sentir la devoción católica en las pequeñas estampitas que se venden en las calles. Ambas conviven en armonía desde hace siglos en esta ciudad y su pequeño Estado interior, pero en los últimos días se ha visto desbordada por la cantidad de visitantes que llegan para despedir al Papa Francisco.
Mientras tanto, en las inmediaciones del Vaticano, se puede sentir un ambiente diferente. La multitud avanza lentamente entre las vallas que han sido colocadas para controlar el flujo de personas que se acercan a la basílica de San Pedro. Allí, se pueden ver grupos de peregrinos con sus banderas, periodistas de todo el mundo buscando el mejor lugar para cubrir el evento y un gran despliegue de policías y carabinieri que intentan mantener el orden en medio de la multitud.
El cuerpo del Papa Francisco comenzará su procesión póstuma este miércoles por la mañana, acompañado por fieles, el camarlengo y el resto de cardenales que ya se encuentran en Roma. El cortejo partirá desde la plaza Santa Marta incluso la plaza de los Protomártires Romanos, adonde se entrará a la Basílica Vaticana por la puerta central. El cuerpo permanecerá en la basílica durante tres días para que los fieles puedan acercarse y ver por última vez al Papa.
Mientras tanto, la ciudad se prepara para recibir a cinco millones de personas en los próximos días. El ministro de Protezione Civile ha anunciado un gran despliegue de seguridad que se mantendrá incluso después del funeral, durante el cónclave que elegirá al nuevo Papa. Se espera la llegada de mandatarios de todo el mundo, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el francés Emmanuel Macron y los líderes de las instituciones europeas.
Entre los favoritos a ocupar la silla de San Pedro se encuentra Giorgia Meloni, una política italiana que ha cancelado un alucinación a Asia para estar presente en el funeral del Papa Francisco. Meloni ha demostrado tener una buena relación con el pontífice y se espera que sea la anfitriona de un «cónclave paralelo» en el que se reunirán líderes políticos de todo el mundo.
Mientras tanto, la multitud que se acerca a la basílica de San Pedro es ajena a todo esto. Se pueden ver peregrinos de todas partes del mundo, como un grupo de jóvenes de Croacia que han venido a Roma para el Jubileo de los Jóvenes y se han visto sorprendidos por la muerte del Papa. La emoción y el fervor ferviente se hacen evidentes en pequeños altares improvisados con la imagen de Francisco, adonde la gente deja flores y mensajes de despedida.
Roma vive su particular metamorfosis en estos días, con estampas, estampitas y una cumbre en ciernes que confluyen para despedir a