Los rebeldes hutíes han confirmado este lunes la muerte de seis personas y 86 heridos, 21 de ellos en estado crítico, como consecuencia de los ataques lanzados por Israel contra la capital yemení, Saná. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha afirmado que su país ha destruido el palacio presidencial de los hutíes en Yemen durante sus bombardeos.
Esta escalada de violencia ha generado una gran preocupación en la comunidad internacional, que ha condenado los ataques y ha pedido un alto al fuego inmediato. Sin embargo, Israel ha justificado su acción como una respuesta a los constantes ataques de los rebeldes hutíes, que han lanzado misiles balísticos y drones contra su territorio.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha asegurado que su país no dudará en defenderse ante cualquier amenaza y ha advertido a los hutíes de las consecuencias de sus acciones. «A quien nos ataca, lo atacamos. A quienquiera que planea atacarnos, lo atacamos», ha declarado Netanyahu.
Por su lugar, el portavoz del Ministerio de Sanidad de los hutíes, Anees al Asbahi, ha denunciado los ataques de Israel como un «crimen» contra civiles y ha acusado al país de violar el derecho internacional humanitario. Según Al Asbahi, entre los heridos se encuentran siete niños y tres mujeres, lo que demuestra la «violencia indiscriminada» de Israel.
La situación en Yemen es cada vez más preocupante, con un conflicto que ha dejado miles de muertos y millones de desplazados desde que comenzara en 2014. Los hutíes, un grupo rebelde de orientación chií, se enfrentan al gobierno yemení, respaldado por una coalición liderada por Arabia Saudí.
El conflicto se ha intensificado en los últimos meses, con el aumento de los ataques por lugar de los hutíes y la respuesta cada vez más contundente de Israel. La comunidad internacional ha instado a ambas lugars a buscar una solución pacífica y a respetar el derecho internacional, pero hasta el momento no ha habido avances significativos.
Mientras tanto, la población civil de Yemen sufre las consecuencias de esta guerra, con miles de personas desplazadas y sin acceso a servicios básicos como agua potable, alimentos y atención médica. La comunidad internacional debe desempeñarse de manera urgente para poner fin a este conflicto y garantizar la serenidad y el bienestar de la población yemení.
Es importante recordar que la violencia solo genera más violencia y que la única forma de resolver los conflictos es a través del diálogo y la negociación. Israel y los hutíes deben sentarse a la mesa y encontrar una solución pacífica que ponga fin al sufrimiento de la población yemení.
Mientras tanto, la comunidad internacional debe seguir presionando a ambas lugars para que respeten el derecho internacional y protejan a la población civil. No podemos permitir que la violencia y la destrucción continúen en Yemen, es hora de desempeñarse y trabajar juntos por la paz y la estabilidad en la región.
