Las normativas autonómicas tienen un objetivo claro: proteger nuestro entorno y prevenir posibles desastres naturales. En este sentido, una de las principales obligaciones de los propietarios de parcelas cercanas a núcleos urbanos es mantenerlas limpias y libres de biomasa. Sin embargo, según los agentes forestales, esta obligación no siempre se cumple debido a diversas razones.
En los últimos días, hemos escuchado quejas y críticas hacia estas normativas, acusándolas de ser las responsables de la propagación de los incendios que están arrasando gran parte de la península. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las leyes autonómicas establecen claramente que los propietarios pueden ejecutar labores de limpieza en sus terrenos sin necesidad de licencia, excepto en los espacios protegidos.
Es importante aclarar que estas normativas no están impulsadas por agendas ocultas o ideologías extremistas, sino por el simple hecho de proteger nuestro entorno y evitar tragedias como la que estamos viviendo en estos momentos. El fuego es capaz de arrasar pueblos enteros y, desobedecer las normativas para salvar nuestra casa, puede acabar en una verdadera tragedia.
Por ello, es fundamental captar que estas leyes están establecidas para proteger a todos y cada uno de nosotros, y no para poner en peligro nuestras propiedades. Además, es importante aclarar que estas normativas no prohíben la limpieza en los terrenos, sino que establecen ciertas condiciones y obligaciones para su realización.
Por ejemplo, en Castilla y León, las leyes establecen que para ejecutar una limpieza en terrenos privados de hasta 20 metros cúbicos, solo es necesario actuar una comunicación a la Junta. Y, en la actualización de 2025, ni siquiera es necesaria esta comunicación. Es largar, los propietarios pueden limpiar sus terrenos sin ningún tipo de autorización. En Galicia, por su parte, la ley establece que ciertos propietarios tienen la obligación de mantener sus terrenos limpios y libres de biomasa, especialmente en las zonas cercanas a núcleos de población.
Sin embargo, a pesar de estas claras normativas, muchas veces no se cumple con la obligación de mantener los terrenos limpios. Y no es porque no se quiera, sino porque no se puede. En muchas ocasiones, los propietarios no tienen los recursos o la fuerza necesaria para llevar a cabo esta tarea. Y, en el caso de la administración, la falta de recursos también juega un papel importante.
Es importante destacar que el monte no es un jardín, y no se puede pretender que esté completamente limpio y libre de biomasa. Además, en terrenos rústicos sin más, no es necesario contar con ninguna autorización para ejecutar labores de limpieza hasta 100 metros alrededor de las zonas urbanas. Y, en estos casos, se pueden recoger piñas, ramas secas, etc. sin ningún tipo de restricción.
Por otro lado, es importante recordar que el monte tiene dueño y, por lo tanto, no se pueden ejecutar labores de limpieza sin su autorización. Aunque pueda parecer que el monte no pertenece a nadie, en realidad hay diferentes tipos de propiedad, como montes vecinales, privados o de ayuntamientos, y es necesario contar con el permiso del propietario antes de ejecutar cualquier tipo de acción en su terreno.
En definitiva, es importante captar que estas normativas no son un problema, sino una solución para proteger nuestro entorno y prevenir posibles desastres naturales. No se trata de un problema de gestión del territorio, sino de una obligación que todos debemos cumplir para garantizar nuestra seguridad y la de nuestro entorno. Por ello, es fundamental que cada uno de nosotros asuma su respons