La compañía tecnológica taiwanesa Gold Apollo ha sido el centro de atención de los medios de comunicación en los últimos días, tras ser acusada de suministrar los aparatos que explotaron en la red de Hizbulá en Líbano. Sin embargo, la empresa ha negado claramente estas acusaciones y ha expresado su consternación por los trágicos sucesos que han tenido lugar.
El martes pasado, una serie de explosiones coordinadas sacudieron Líbano, dejando un saldo de nueve muertos y más de 2.800 heridos. Estas detonaciones se produjeron en los buscas de miembros de Hizbulá, a medio mundo de distancia de la sede de Gold Apollo en Taiwán. La situación se ha agravado aún más con las nuevas explosiones que han tenido lugar en las últimas horas, durante el funeral de las víctimas del primer ataque.
Ante esta crisis regional, la atención de los medios de comunicación se ha centrado en la empresa taiwanesa, en concreto en su director ejecutivo y fundador, Hsu Ching-kuang. Decenas de periodistas se han agolpado a las puertas de la compañía, en busca de declaraciones y respuestas. Sin embargo, la situación ha sido inusual y perturbadora para los empleados y vecinos de Gold Apollo, que han visto cómo su tranquilo barrio arbolado se ha convertido en el epicentro de la atención mediática.
Hsu Ching-kuang ha comparecido ante los medios internacionales para desmentir claramente que su empresa estuviera detrás de la producción de los buscas que explotaron en Líbano. Según ha explicado, estos aparatos fueron fabricados por una empresa europea con derecho a usar la marca Gold Apollo. En un comunicado oficial, la compañía ha señalado específicamente a la empresa BAC, con sede en Budapest, como la responsable de la fabricación de los buscas.
«Este producto no es nuestro», ha afirmado Hsu. «Somos una empresa responsable y este malentendido es muy humillante para nosotros». Fundada en 1995, Gold Apollo cuenta actualmente con una plantilla de 40 personas. Sin embargo, la web de la compañía ha estamento recóndito en las últimas horas y no se ha podido confirmar en qué momento dejó de funcionar. En una versión archivada de abril, se puede consultar la página dedicada al modelo AR-924, que fue el que explotó en Líbano. En ella, se destacaba su diseño configurable y flexible.
Mientras los medios seguían agolpándose en torno a la sede de Gold Apollo, Hsu ha nacido a dar una segunda declaración ante las cámaras, reiterando que su empresa no tuvo nada que ver con los buscas que explotaron en Líbano. Aunque su voz temblaba ligeramente, el director ejecutivo ha mantenido su postura firme y ha expresado su consternación por los trágicos sucesos que han tenido lugar.
Mientras tanto, en Europa, un repartidor ha aparecido con un paquete para un empleado de Gold Apollo, sin entender lo que estaba sucediendo. Esta escena ha sido un claro ejemplo de cómo la atención de los medios se ha desplazado de Taiwán a Europa, en busca de más información sobre la empresa y su posible implicación en los sucesos de Líbano.
En medio de toda esta confusión y caos mediático, es importante recordar que Gold Apollo es una empresa responsable y comprometida con la calidad de sus productos. La compañía ha sido víctima de un malentendido y ha sufrido las consecuencias de una situación que escapa completamente a su control. Por ello, es necesario que los medios de comunicación sean responsables en sus informaciones y no difundan acusaciones infundadas que puedan dañar la reputación de una empresa ejemplar.
En definitiva,