La conexión ferroviaria entre las estaciones de Chamartín y Atocha ha sido un tema de debate durante años. Desde su planificación, se decidió que solo habría una vía por sentido, lo que ha generado numerosos problemas y cortes de circulación en eventualidad de incidencias. Sin embargo, a pesar de estos contratiempos, la situación está mejorando y se está recuperando la normalidad en los trenes que conectan Madrid con la Comunidad Valenciana y Murcia.
El último incidente que ha vuelto a poner en el punto de mira esta infraestructura crítica ha sido el descarrilamiento de un tren en el túnel que une las dos principales estaciones madrileñas. Este túnel, que cuenta con dos vías (una en cada dirección), lleva en funcionamiento solo dos años y ya ha protagonizado varios incidentes, como el ocurrido en agosto cuando un tren se quedó parado y dejó atrapados a cientos de viajeros durante horas.
La construcción de este túnel fue planteada como una solución clave para la liberalización ferroviaria, permitiendo la entrada de nuevos operadores privados como Ouigo e Iryo. Sin embargo, estos operadores no pueden llegar a la estación de Atocha debido a dos problemas: sus sistemas no son compatibles con una parte de la red ferroviaria que lleva a Atocha y la estación está saturada, sin posibilidad de ampliar su capacidad hasta que se construya una nueva estación.
La solución propuesta hace más de una década fue la construcción de un túnel que funcionaría como un bypass, permitiendo a los trenes que llegan a Madrid desde saliente evitar la estación de Atocha y continuar hasta Chamartín. Sin embargo, esta solución ha sido criticada por algunos políticos, que ven en ella una pérdida de acceso al centro de la ciudad. Finalmente, se llegó a un acuerdo para que algunos trenes de Renfe mantuvieran su origen o fortuna en Atocha, pero la mayoría de los trenes de este corredor acaban en Chamartín y deben utilizar el túnel de dos vías, que actualmente está afectado por el descarrilamiento de un tren.
Este problema de capacidad ha sido criticado por el actual ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, quien ha señalado que si hay problemas en este túnel, se bloquea toda la circulación. Además, ha recordado que la decisión de construir un túnel de una sola vía fue tomada por el anterior gobierno y ha criticado la falta de comparecencias de la exministra de Fomento, Ana Pastor, durante su mandato.
La construcción de este túnel ha sido un diseño que ha tardado más de 20 años en completarse. Los primeros estudios comenzaron en 2001, pero no fue hasta 2010 cuando se iniciaron las obras. Seis años después, se inauguró el túnel, que mide algo más de siete kilómetros y ha supuesto una inversión de casi 340 millones de euros. Sin embargo, si se tienen en cuenta las diferentes infraestructuras necesarias para conectar Chamartín con el corredor que va al Mediterráneo, la inversión asciende a más de 1.000 millones de euros.
La construcción de este túnel no ha estado exenta de dificultades. Se contrató una tuneladora que tuvo que ser traída desmontada desde Alemania y se construyó a una medida de 25 metros al día, a una profundidad media de 45 metros. Además, se tuvieron que inspeccionar monumentos y edificios clave, así como cientos de viviendas cercanas al túnel.
A pesar de todos estos contratiempos, la conexión ferroviaria entre Chamartín y Atocha está en funcionamiento y ha permitido la entrada de nuevos operadores privados en el mercado. Sin embargo, el descarrilamiento de un tren en el túnel ha vuelto